Hoy me desperté, y había algo raro. Al principio no podía discernir qué es lo que era… pero había algo decididamente extraño en el ambiente. Al principio pensé que podía tratarse de una nueva etapa del Síndrome de Cama Vacía (aquel mal que aqueja a toda persona cuyo corazón ha sido roto, por lo menos una vez), pero no podía ser… el último de los síntomas (llamar a absurdas horas de la noche, o de la mañana, dependiendo de qué lado del despertador nos encontremos, luego de una noche de profusa bebida, sólo para cortar cuando levantan el teléfono… luego de eso, se tiene un breve regreso al cristianismo, judaísmo, islamismo, o cualquiera de los otros “ismos” que dividen a los hombres, mujeres, niños y filosofías, y se ruega para que, en el tiempo que no se tuvieron noticias de la contrapartida, no hayan puesto un identificador de llamadas, cosa de que no puedan devolvernos el favor, al grito de “borracho hijo de puta, qué mierda hacés llamando a esta hora, pedazo de enfermo… conseguite una vida y no me jodas más, ¡¡forro!!”… no que me haya pasado alguna vez). No… el último síntoma lo tuve hace más de un año. Soy feliz con mi cama de dos plazas… aunque disfruto que el gato se me ponga en los pies (maldita bola de pelos blancos… cómo lo quiero). No, la diferencia que había con cualquier mañana de sábado era absolutamente otra… de un tinte cromático, valga la redundancia. Alguien, en el transcurso de la noche, de forma vil y traicionera, se robó el color azul. Un crimen mayor sin duda, considerando que estamos hablando de uno de los colores primarios, hermanastro del cromático cyan, nada más y nada menos.
Como dije, al principio me costó darme cuenta, ya que mi reloj despertador tiene el display rojo. Siempre creí en la animosidad de los objetos inanimados… y juro que vi a mi despertador reir, ya que no se vio afectado por el atraco, en toda su escala de grises que conforma su carcasa. Y el mencionado display rojo. El muy bastardo estaba feliz, como aquellas personas que sienten una calurosa satisfacción cuando escuchan de la boca del quisquero, Entraron a la casa de los López, acá a la vuelta, y se llevaron todo… no les dejaron ni el comedero de los picaflores, imagínese, No me diga… acá ya no se puede vivir, ¿avisaron a la polcía?, No; qué van a avisar… se conoce que salieron de la misma, por los techos; y entonces empieza el vecino, Y cómo no lo van a hacer, si vivimos en un desgobierno, con una Kretina (que la K está siempre implícita en esta época), bipolar, golpeada y cornuda con la-Santa-Investidura-de-Presidencia… ¿sabe lo que hay que hacer? Agarrar todos los ahorros e irse a España, a Alemania, a Estados Unidos, que esos si son países serios; pero lo que realmente siente es una satisfacción porque vio cuando al vecino le trajeron su televisor LED, y que el tilingo ese no se lo merecía, porque es un vago. Así se sentía mi despertador de escala de grises y display rojo. Me di cuenta del robo (del color, que vamos, la historia de López fue inventada, no por los medios, sino por mi mente divagante), cuando me estaba lavando los dientes. No sé cómo será en el caso de ustedes, pero yo me despierto en etapas. Es más, me atrevo a decir que no me despierto hasta 3 horas después de levantarme. Primero saco un pie (el derecho por supuesto, mi única cábala), hago un pichín, y me lavo los dientes… recién ahí me empiezo a despertar. Este sábado en particular, mientras me cepillaba violentamente, mientras me miraba al espejo, me noté, sin lugar a ninguna duda, amarillo. Miré al inodoro, a ver si mi orina no estaba más oscura que de costumbre, pero no pude discernir si era hepatitis o simplemente la cerveza de la noche anterior… ahí mismo noté que los azulejos habían cambiado de color… de ese celeste horrible, a un verde musgo asqueroso, y ahí traté de hacer memoria, Que no, que ayer sólo tomamos cerveza, y algún que otro whisky; no… nada de ácidos ni drogas psicotrópicas.
Alguien se robó al azul del círculo cromático… y esa era la verdad.
¿Qué será de nosotros ahora? Seguramente alguien va a culpar al gobierno. Me imagino a nuestra propia Casandra (el orgullo de ser argentino se reduce a cuatro cosas, a saber: inventamos el dulce de leche, inventamos la birome, inventamos las huellas digitales, y tenemos nuestra propia sacerdotisa que se negó al amor de Apolo… o eso creo, no se, no soy erudito en estos asuntos, ni en otro que valga la pena… las cosas en las que soy erudito son cosas como que todas las parejas de Superman tienen como iniciales LL: Lana Lang, Loris Lemaris, Lois Lane, y hasta acá llega mi conocimiento del Hombre de Acero, que es el más yankee de todos los superhéroes, junto con el Capitán América, por supuesto…) diciendo, Yo les avisé, impíos.
Volviendo al robo, la falta del azul es un tema mayor. No sólo está en nuestra bandera, que ahora no es más azul del cielo, sino verde del césped, y ya están saliendo los barrabravas, porque unos dicen que es el verde de La Boca, otros de Liniers y otros del Gigante de Arroyito, que basta de unitarismo y las provincias también figuran; sino también en nuestras canciones patrias. Pobre águila (ahora que estamos en esto… ¿era necesario que sea un águila? Señor Luigi Illica, ¿no era más representativo de nuestro suelo un cóndor, un hornero, o un carancho? Además… ¿“guerrera”? Somos jodidos, sobretodo los porteños, pero tampoco para considerarnos un pueblo “guerrero”)… sus alas perdieron el color. Y los niños… ¿alguien puede pensar en los niños, y en sus profesoras de música?¿En qué van a ocupar esas dos horas semanales?
Símbolos nacionales aparte, ¿puede el mundo vivir sin el color azul? La túnica de María ya no representaría lo mismo; el frío, se queda sin color característico. Aunque ya no tendríamos que soportar esa odiosa pantalla que surge cuando Windows decide dejar de funcionar, y la bandera de Estados Unidos dejaría de tener sentido… o cobraría el verdadero. Sin duda nos esperan tiempos difíciles. Política, programación y religión aparte… ¿la civilización occidental, puede vivir sin el azul del blues? Seguramente. Lo hizo por miles de años antes. Pero convengamos, va a ser una existencia de mierda, llena de pobres reemplazantes. Sin el azul en la escala cromática, ¿Tears in Heaven tiene el mismo sentido?¿Hellhoud on my trail? ¿Eh?¿Qué…? No, no… juira, juiiiiiiira fanáticos Beatles, malditos talibanes… que el blues nació mucho antes que los Fab 4, y duró mucho más. No, no… la música también tiene un par de años más… NO, NO… MOZART NO ESCUCHABA A LOS BEATLES (perdón, es uno de esos “ismos” de los que hablaba antes, uno particularmente virulento).