martes, 28 de septiembre de 2010

Teorema de la medialuna y el café con leche

Desde que el hombre el hombre, la mujer, mujer, y los niños, sanguijuelas de tiempo y dinero, hay una pregunta que fue motor de sociedades. Todos los días, debemos enfrentarnos por lo menos una vez ante la terrorífica pregunta: “¿termino primero el café con leche o como el último pedazo de medialuna?”. Puede parecer trivial, pero no lo es para nada. En el año diecisiete mil antes de Nuestro Señor Jesucristo, Saúl Abramoski le dijo a Ahmed Al-Nasseem que debía terminar su infusión antes que el bocadillo, lo que inició el conflicto palestino-israelí. La mañana del 28 de junio de 1914, el Archiduque Francisco Fernando le pidió a su mozo, Gavrilo Princip, una factura más luego de terminado su café. El serbio, indignado ante el pedido, lo fulminó de un balazo, lo que produjo la 1ª Guerra Mundial.


Pasión de multitudes

Hay veces en que la respuesta es más fácil que cierta coordinadora de cierto sector de cierta empresa, y (paradójicamente) por las mismas razones. Café, aguado; medialuna desabrida, cierto tufo a pesacado... Pero hay veces que es más jodida que la demostración matemática de la teoría de la relatividad. El café, por la interacción de humedad y correcta acidez, está perfecto, y la medialuna está recién salida del horno… así que empezamos. Trago de café, poquito de medialuna… trago de café, mordida, trago, mordida… hasta que oh, dios-mahoma-yehova-krishna-o-el-puto-dios-en-el-que-creas… sólo queda un trago y una mordida.















Ejemplo de coordinadora facilonga

Creo que no se hace más de dos veces seguidas en una situación como esa. Un par de veces comés lo que queda de medialuna, otro par de veces tomás primero el café, porque ese día el almibar que le pusieron a la factura estaba de puta madre, y hay veces que sos salomónico y hacés un recontrabuche con todo, porque total en la panza se mezcla todo.

Y lo más loco es que nada de esto pasa, por ejemplo, cuando comés milanesa con puré, arrolladitos con salsa agridulce o frutillas con crema… Sólo esa maravillosa combinación que aprendimos a querer desde que nuestros padres paraban cuarenta y cinco minutos cada vez que íbamos a Mar del Plata.

Atalaya, lugar de primeros cafés con leches, medias lunas y dudas existnciales
Sea como sea, hay días en los que el café está más rico, hay días en los que la factura le gana, y hay unos maravillosos días donde lo más rico es la mezcla de los dos.


Pasen un lindo día, ¡shazbut, nanu nanu!

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