viernes, 14 de marzo de 2014

De regresos triunfales y otras yerbas [buenas yerbas]

La historia nos llenó de grandes regresos de la historia: el General en el '73, la democracia en el '83 y (por qué quitarle importancia) Ramón en el '12. Haciendo un atentado al buen gusto, pongo la reactivación de este blog en esa lista. Reactivación suscitada por otro regreso triunfal. Capaz no el de mayor trascendencia, pero el que más me importa en este momento: Mi vuelta a Irlanda. 

Como me enseñó Ramón, equipo ganador no se toca. Así que la temática va a ser igual, yo les cuento las boludeces que hago, capaz les digo por qué las hago y el que quiera comentar, siempre y cuando sea con respeto, puede decir prácticamente cualquier cosa. 

¿Por qué a Irlanda?

Éste apartado es sólo para la oleada de fanáticos que va a copar este humilde espacio. Principalmente, porque la cerveza y el whisky son, gastronómicamente, los mejores inventos de la humanidad (otro día discutimos el asado y el café con leche). Si a esto le sumamos que me pude pedir las vacaciones para caer acá para celebrar San Patricio... bueno, es como ofrecerle a un judío un viaje gratis a Israel. Esta vez viajo con un amigo, entiendan eso cuando hable en plural.

Viaje y primer día

La fecha de salida fue el 10 de marzo. El vuelo estaba programado para las 16.55 pero salió una hora tarde. "Tuvimos algunos desperfectos técnicos". Escuchar eso la misma semana que había desaparecido del mapa un avión en Malasia no me hizo mucha gracia, pero no pasó nada. Creo que fue el viaje con menos turbulencia de mi vida. Después de una escala de unos 90 minutos en Amsterdam y otro vuelo corto de 1 hora llegamos. El servicio de KLM fue muy bueno, pero las veces que viajé en British lo disfruté más. En el segundo vuelo nos quisieron cobrar la comida, pero lo dormí como un hijo de puta, así que no pasó nada. Teníamos comprada una Dublin Pass (voy a hacer una crítica detallada de ésto cuando nos vayamos, para que vos wachín que quiere venir a tomar cerveza de la buena, tengas en cuenta). Dicha tarjeta cuenta con una cantidad de beneficios, incluido un transfer del aeropuerto al centro, lo que implica un ahorro de €6. Teníamos la idea de alquilar un auto, y estuvimos a punto de hacerlo, pero pensamos que era un precio y era uno completamente diferente, no me dio el límite de la tarjeta y si usaba el efectivo me quedaba sin nada para los 20 días que nos quedamos. Así que nos tomamos el transfer, nos bajamos en el centro, averiguamos cómo ir al hostel y listo. Después de viajar más de 17 horas, con un jetlag importantísimo, lo único que quise hacer fue tirarme en la cama, pero como eran las 2 de la tarde no lo creimos conveniente. Compramos la tarjeta para el colectivo, volvimos al centro y fuimos a tomar las primeras cervezas del viaje: la Guinness de la tradición, una Galway Hooker, una Shandon y una Knockmealdown Porter (también probé una Crean, pero no clasificó para pedir una pinta). Si les parecen muchas, agárrense el sombrero porque recién empezamos. De ahí (obviamente) nos fuimos a dormir. (No se vayan después de ver las fotos que sigue el relato).

Avión número 1, nuestra casa por una bocha de tiempo.
Avión número 2, en el 60 entra más gente.
Guinness número 1 del viaje, no me pude contener.
Su humilde servidor.
El otro loco del viaje.
La hermosa barra.
Día dos

Con muchas cosas en la lista de "tenemos que hacer", nos despertamos y nos fuimos a una muestra que se llama Dublinia, en la que muestran cómo era Dublin cuando llegaron los vikingos. Es una onda "se mira y se toca), didáctica y dinámica, con maniquíes vestidos como vikingos. También abarcaba un poco del período medieval. Entretenida, gratis con el Dublin pass (de otra forma no creo que lo hubiésemos hecho). Fuimos al City Hall (no confundir con el boliche) y a la catedral de San Patricio. Cuando terminamos ahí estábamos bastante cagados de hambre, así que elegimos conseguirnos dos regias porciones de fish'n'chips de Burdok's (si, los mismos que hace dos años amiguines, porque este es un viaje de regresos y vueltas, por si no lo entendieron). Como concluimos que ya habíamos hecho demasiadas actividades culturales por el día de la fecha, encaramos para  la fábrica de Jameson. En realidad ya no es más la fábrica y todo lo que hay es a escala, no sólo de la fábrica actual, también de la original. Es para mostrarte, y tienen un tour muy entretenido (y te invitan con un whisky cuando termina, lo que suma bastante). De ahí al pub, donde había música en vivo y me hice pis de la emoción. Como había wifi gratis me ocupé de mandarle sonidos a varias personas (si no no te mandé uno, mandame un privado y lo soluciono). De ahí al hostel y me morí. A las 21.30 o algo así. Me desperté a la madrugada. La muerte. Después me pude dormir de nuevo. (De nuevo, van algunas fotos y sigo con el día 3, que no te lo querés perder).
Cerveza local, nos insistieron mucho en que la probemos. Bueno, no tanto en realidad.
Parece que no me gusta, pero si. La cara de asco es natural.
Destilador en Jameson. No es funcional, pero lo queremos igual.
EL PUB. Por lo menos de ese día.
Música tradicional en vivo.
Día tres

Así como los Cebollitas asumían culpas por haber perdido aquel partido, debo confesar que me quedé un poco dormido y salimos a las 12 del mediodía porque el señorito tenía que bañarse. Fuimos derecho a Kilmainham Gaol (a mi hijo le voy a poner Gaol, sólo para que me odio y me meta en un geriátrico municipal). La primera cárcel de Dublin, un himno a los derechos humanos. Si en la época de la hambruna te robabas una papa o alguna boludez así, te tiraban ahí. Después se ocuparon de meter a los presos políticos de la época separatista, cuando Irlanda del Sur todavía era parte de Gran Bretaña. Hay una bocha de historia atrás, pero la verdad es que no me la acuerdo bien y no quiero mandar mucha fruta. Dato de color interesantísimo, la usaron para un montón de filmaciones, entre ellas En el Nombre del Padre, un video de U2 y (si entendí bien) la versión original de The Italian Job. Cuebierta la parte cultural del día, nos fuimos a la fábrica de Guinness. De la última vez que fui cambiaron muchas cosas. Lo que era la exposición de publicidades está mucho (muchísimo) más reducida, y por alguna razón sacaron la campaña que habían hecho con las botellas tiraras al mar (cuando la fábrica cumplió 200 años tiraron 150,000 botellas al mar con un mensaje, si alguien encontraba una podía cambiarla por una pinta... o quedársela y tener un artículo de colección de la concha del pato, lo dejaban a tu criterio). La parte donde te enseñan a disfrutar la cerveza para que no seas sólo un borracho que toma todo lo que le ponen en frente sigue estando, pero esta vez tuvo un aire a Willy Wonka. La flashearon, pero es divertido. La pinta gratis sigue estando, la parte que te enseñan a servir Guinness también (y te siguen dando el diploma, así que tengo dos... en tu cara Escuela DaVinci). Pasamos por el giftshop y compré un montón de regalos. Para mi, porque soy un egoísta de mierda. Y tuve que retirar una tarjeta, porque mi planificación económica es nula.

A pesar de la baja crediticia, habíamos tomado mucho y teníamos ganas de más, así que fuimos al GENIAL The Duke, desde donde empezaba uno de los walking tours que tanto me gustan. Y éste tenía la particularidad de llevarte por los pubs donde iban Joyce, Wilde y un par más que no me acuerdo porque posta que tomé MUCHO. Fue el día que más tarde terminamos, nos tomamos el último bondi y morimos casi instantáneamente. (Fotitos, sigue... ya a esta altura tendrían que saberlo).


Caimos presos.
Bueno, era un museo en realidad.
¿Viste En el Nombre del Padre? Si wacho, es esa misma.
Si te fabricaran en el cielo, moriría por tomarte.
¿Te ayudo amigo? habilitame un euro pa'la birra después.
Día cuatro

14 de marzo. Empieza la joda por San Patricio. Como decía el Puma Rodriguez antes que el Chili lo sacara a las trompadas por hacerse el piola con la Patico, la gente está llegando al baile. En algún momento dejamos de escuchar casi exclusivamente inglés. Hay gente hablando todos los idiomas. Escuchamos a meseros hablar de cómo se iba a complicar todo en estos días, con la cantidad de gente y la cantidad de alcohol que va a correr. Yo dejé estrictas instrucciones por si me caía al río que me entierren acá, y fuimos a ver la parcela que me compré en el cementerio local (bueno, no, pero tenía que enganchar de alguna forma y mirá lo bien que me salió). Después de ver un montón de tumbas viejas fuimos a un pub (oh, sorpresa) y después a un museo de cera. Caminamos más por el centro, tomamos un par de cervezas más y volvimos al hostel. Y acá estoy, estuve las últimas dos horas y media eligiendo fotos y escribiendo esta obra de arte, este pilar de la crónica de viajes. Espero que lo hayan disfrutado, esperen muchos más.

Shazbut, ¡nanu nanu! (fotos y listo, hasta mañana, gracias por el aguante)

La zona del hostel
Bondi nº 11, una pasión.
Alta escena de terror en el Museo de Cera. Bueno, no tanto.
St. Paddy is in the air.

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